Este viaje fue bastante especial por la esencia, de “jugar” casi a buscar estos huevitos de chocolate en Pascua de Resurrección, fue el mi
smo sentimiento que sentí, cuando el encargo era encontrar un objeto que p
erdiera la funcionalidad o su materialidad y dándole un uso evidente, pero a la vez que sea un elemento que me encuentre a mí. Con esa intención salí a caminar observando…nubes, el día era agradable, pocas nubes, un sol abrigador, un aroma invernal, y en ese sector el ruido, casi ausente lo que hace envolverte en una atmósfera nítida.
Hubo un momento de frustración en el recorrido que no encontraba este objeto “iluminador” que me transportara a otra dimensión y dejar de ver la forma, si no que el fondo de este mismo.
Así fue como encontré esta “botella con agua en su interior” amarrada a un árbol…puede ser un objeto muy poco potente y que tenga cero intencionalidad de robar protagonismo en la vida urbana, pero su uso lo condiciona. Que corresponde a provocar un susto o un alejamiento de los perros por evitar orinar dicho árbol.
Bajo este lenguaje es lo mismo que me causa la ciudad este sentido de la ciudad de Santiago que siempre produce rechazo, prohibición, alejamiento de los sectores y solo ocuparla para transitar, por eso dejamos de apreciar elementos que pueden hacernos cambiar nuestra forma de caminar, de recorrer y por sobre todo de observar.
El recorrido comprende desde la Universidad Uniacc, campus poniente hasta el cruce de Jesuitas con José Miguel Infante. Pero decidimos hacer un recorrido interno (como se aprecia en el mapa)
El objeto está ubicado en las calles Clemente Fabres con Román Díaz. Y lo más insólito es que ya llevo casi 6 meses estudiando en la Universidad Uniacc y nunca había recorrido siquiera su entorno, tenía un recorrido tan practico y diario que monotonía, es en lo que siempre caigo, no puedo hablar por todos pero me pasa a mí, me normalizo y es lo que pretendo dejar de lado.
Como muestra esta imagen, me puse a pensar que significa para un perro esta botella, y claro, cuando el perro de ve reflejado por el efecto del agua, se asusta y se aleja. Me puse a pensar en ese efecto y lo lleve a nuestra realidad y que nuestra ciudad claro esta, estan los espacios para aprovecharla, pero tenemos tantas prohibiciones.
No estacionar, No hacer ruido, No pisar el césped, No...No.... Nooooooooooo! todo es un rechazo constante que no nos motiva a recorrerla, no nos permite conocer otro metro cuadrado, aparte del nuestro que es invulnerable, que es infranquiable, que es PROHIBIDO.
Si nos damos cuenta estas prohibiciones nos hace ser "perros" en nuestra ciudad y ver por cada uno como "subsistir", pero tambien se trata de poder tener la intención de tomar estos elementos presentes en l ciudad y no los tomamos en cuenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario